sábado, 14 de mayo de 2011

Plan B


En el ADN (periódico gratuito) del 12 de Mayo 2011, se podía leer una nota avisándonos de la existencia de un "plano para evitar el coche" en Sevilla, especie de guía de supervivencia en el caos de los transportes en común de la capital andaluza. Resultado del trabajo (benévolo) de dos jóvenes arquitectos deseosos de ver mas  claro en este sistema de redes (cuya lógica, es verdad, no queda siempre obvia), esta nueva herramienta nos deja ciertas dudas y cuestiones para interrogar. 

Si parece evidente que tal iniciativa se tiene que reconocer y saludar, en el mismo tiempo es legitimo pensar que se quede un poco corta. En efecto organizar la supervivencia del peaton, no es acceptar como hecho establecido el sistema de transporte tal cual ? Y asi resignarse a una ciudad cuya movilidad excluye o deja en dificuldades el ciudadano sin coche ? Finalmente, reacción en cadena, sería apoyar un modelo urbano que favorezca el transporte automovil individual en vez de dar razones a sus ciudadanos para dejarlo... 

Entonces se puede dudar del alcance de una iniciativa, que es cierto, se quiere medio ambiental, social y responsable. El verdadero modo de poner el problema (real) el en debate público no sería mas bien poner en evidencia a los ojos de los usuarios y de los ciudadanos en general las debilidades de la red de autobuses y la falta de iniciativa para mejorarla ? Proponiendo un nuevo trazado posible de las lineas, mas eficiente; y sistemas como carriles reservados a los autobuses, se podría enseñar al público otra realidad diaria posible y así se demostraría que la situación actual no tiene que tomarse como hecho, definitivo y inmejorable. 

1 comentario:

  1. Interesante el plano, me recuerda a aquellos recorridos (acompañados con alucinógenos a veces) de los situacionistas por ciudades como París o Londres.

    Pero pienso que el problema de la movilidad en ciudades grandes, debería pensarse desde la perspectiva del urbanismo en distintas alturas, con lo que se multiplican los posibles recorridos.

    No se trata sólo de mejorar el servicio de metro, sino de clasificar los transportes, quizá por usos, relegándolos a distintas alturas. Una vía podría ser, por poner un ejemplo, obligar al transporte de mercancías (mediante camiones o furgonetas) a circular bajo el viario, mejorando la eficiencia del transporte industrial sin tener que recurrir al zooning, que tantos problemas de movilidad ha ocasionado.

    Claro está, que aquí cabría preocuparse por otros problemas que derivan de este urbanismo en alturas. Siguiendo el ejemplo del transporte subterráneo, no se puede pensar en túneles oscuros que maltraten al trabajador de dicho transporte.

    Pero también tendría cosas aprovechables: puestos a imaginar, busquemos la forma de aprovechar las emisiones de estos transportes, que al circular por túneles estarían controladas, para transformarlas en otro tipo de energía que nos resuelva problemas urbanos, aprovechándola por ejemplo, para el alumbrado público.


    Ahora bien, todos estos cambios deben venir desde la conciencia individual (y colectiva) de que la sostenibilidad es necesaria. Podemos dibujar un plano para evitar los coches. Bien, pero... ¿podemos renunciar a nuestro coche?

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